TARDES DE LLUVIA Y ACOSO EN EL CENTRO HISTÓRICO.

El día de hoy en el Centro Histórico fue más gris de lo normal. No dejó de llover durante toda la tarde. 
El gris de las aceras y calles se acentuaba con el del cielo y tuve que caminar de bajo de la lluvia porque no podía regresar a mi casa y tenía la ansiedad de hacerlo para poder llegar temprano, lo cuál nunca paso porque las paradas para abordar el transporte público parecían hormigueros y las unidades eran escasas.


El punto de la historia es que por un momento camine bajo la lluvia en la sexta avenida, cerca de la casa presidencial; iba viendo el suelo para no pisar ningún charco y mientras lo hacía hablaba por teléfono con mi amigo Eddy, solo subí la mirada cuando a travesé a dos hombres que me cerraron el paso. 





Uno estaba lo suficientemente cerca de mi, tratándome de besar el cuello y el otro me decía palabras obscenas en el oído; me observaban de pies a cabeza y luego insultaban mi cuerpo.(Sí son insultos, porque lo que decían me hacía sentir vulnerable) Reaccione gritando (disculpo mi vocabulario): ¡QUE ASCO! Coman mierda, no estoy pidiendo su opinión. Ellos ya habían decidido no parar y continuar su camino y cuando les grite insistieron en elevar a gritos sus opiniones sobre mi cuerpo. 


Uno trato de intimidarme haciendo como sí regresaba con intenciones de tocarme. Solo se detuvo porque el otro se dio cuenta que en el almacén de antigüedades una señora había salido a la puerta tras los gritos, sin embargo ambos continuaron diciéndome frases vulgares y luego recurrieron a insultos violentos. 


Les dije: Tene los huevos de venir y atreverte a decir lo que estas gritando de frente. 

Jamás se me ocurrió pensar que eran dos contra una. Tal vez porque los consideré más pequeños que yo de tamaño pero nunca pensé en que eran más manos y parecían ser más agresivos que yo. A todo esto seguía con mi amigo en el teléfono escuchando todo.


La señora se entró y tuve miedo así que seguí mi camino, pero volteaba a ver a mis espaldas con ese tic nervioso que tienen todos los guatemaltecos que le temen a la calle. Cada vez que volteaba los miraba secretearse y entre ellos se retaban a volver, estuve a punto de cruzar la calle pero temí por mi seguridad y regrese, me metí en la entrada de una cafetería.


Todo sucedió en cuestión de segundos. mientras ellos se retaban a regresar, observé también a la señora de las antigüedades, colocándose nuevamente en la puerta, pero esta vez había salido un señor, que aparentemente pudo haber sido su esposo o su hijo mayor. Entendí que ella lo había ido a llamar para auxiliarme, sin embargo ninguno de los dos me hablo y puede ser que haya sido porque yo estaba distanciada de su tienda y consideraron que el peligro había pasado.


Entonces, mientras pensaba en todo esto, escuche nuevamente a Eddy en el teléfono y le pedí disculpas por dejarlo preocupado, le dije que solo estaba aturdida, le conté sobre los tipos que volteaban, le conté de la pareja de la tienda y también le conté que estaba bajo el marco de una puerta y solo me dijo cuatro importantes palabras: Ya paso, ¿Estas bien?


Pensé en ellas, las primeras dos me llenaron de tranquilidad y me hicieron regresar a mi rutina de regreso a casa y con la pregunta, derrame una sola lagrima llena de coraje y tristeza y le dije: Sí, ya paso. 

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