Hay migajas de amor en tus ojos



Anoche mientras caminaba por la sexta calle de la zona 1 hacía la parada de transmetro; me sorprendí de ver abierta y totalmente llena la panadería árabe Nawal . Cada vez que paso por ahí, pienso en como progreso esa panadería.

No había almorzado, era tarde, me daba miedo transitar por ahí o quedarme sin bus, discutí preguntándome si mi economía me permitía comprarme un shawarma y aunque sabía que no, decidí hacerlo, tomando en cuenta que valdría como almuerzo y cen

A las mesas se acercó un niño ofreciendo pelotas pequeñas de colores a cinco quetzales; se le acerco al cocinero y luego de ofrecerle las pelotas y ver como preparaba los pedidos, le dijo: -Véndeme un quetzal de carne (carne asada que llevan los shawarmas). El cocinero se sonrió y siguió fileteando la carné y amablemente le respondió ¿Cómo te voy a vender un quetzal de carne?


El niño emocionado cantaba y danzaba con gracia en coro: Un quetzal de carne, un quetzal de carne, un quetzal de carne; el cocinero con los ojos volteó a ver hacía la banca de enfrente en donde se encontraba el dueño del lugar conversando con otra persona y viendo sus negocios, algo tímido y sin borrar su sonrisa hacia las ocurrencias del niño, le dijo, pregúntale a el.


El niño salió a ofrecerle las pelotas y le preguntó si el podría venderle un quetzal de carne. Muy amablemente el dueño se sonrío compartiendo la misma mirada de inocencia, se paro de la banca y le dijo al cocinero que envolviera un poco de carne en el mismo papel en donde envuelven los shawarmas y se lo diera al niño.



El pequeño que tenia al rededor de 7 a 10 años, ojerudo y muy delgado; se dirigió emocionado al cocinero y con una mirada de determinación al recibir el paquete grito: ¡¿Wow tanto?! sacó su quetzal y se lo entrego al cocinero. El cocinero le respondió muy sonriente: No es nad



Aún no puedo describir el grito que realizo el niño al enterarse que la carne le iba a salir gratis; los ojos le brillaron de la emoción y junto con los suyos, los míos. Sentí que yo estaba en los zapatos de ese niño, el cual se fue muy agradecido sin abrir o sentarse a comer la carne en su mano. No se si las demás personas lo notaron pero mi emoción era tanta que me daban ganas de salir y gritar junto con el.


Me quedo la duda hacía donde dirigía su rumbo, con quiénes compartiría su botín, ¿habría comido algo antes? ¿eran mas niños o familiares? era obvio que no lo quería comer solo. Era tanta la inocencia en su rostro y caminaba por esas mismas calles que me daban miedo cruzarlas de noche como si fueran su casa, cómo si fueran su cuna.

Comentarios

  1. Wow,estoy sorprendida.
    Supongo fue hermoso presenciar eso.
    Esas experiencias son las que nos hacen darnos cuenta que renegamos por nada cuando otras personas pasan por situaciones complicadas.

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    1. Exacto, espero haberte transmitido al lugar y al momento exacto.

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