Era un pintoresco día de esos en donde el cielo se tiñe de distintos tonos tal cual acuarela; el viento acariciaba mi cabello y junto a el también tu mano.
Mientras tu me decías cuanto me querías el viento carcajeando en mi oreja me dijo al oído que todo era una vil mentira, que no creyera en promesas de amor vanas y palabras bonitas con miles de adornos complacientes que ya han sido mencionadas antes y que ahora se venden en la tienda de la esquina al precio más absurdo como si fuera perfume barato.
Incrédula de lo que el viento me dijo pues tiende a enmarañar mi cabello y juguetear todo el tiempo como si fuera un pequeño niño emberrinchado que busca ser querido o solo ser atendido. Decidí consultarle al cielo y pregunté a los astros y a todo el inmenso universo sobre el "Vos y yo". Me acerque a ellos temerosa de escuchar lo que en realidad no quería ni oír; pero fui positivista y de mente soñadora y creí con todo mi ser que ellos eran los que habían querido que nos encontráramos y que sintiéramos tanto.
Los astros me dijeron que vos y yo no somos compatibles, que somos polos opuestos, destinados a fracasar si nos encontramos juntos; que vos sos hielo y yo soy fuego, vos sos calma y yo tormenta. Cerré los ojos para no tener que ver el cielo y lo que quería enseñarme acerca de nuestro "destino" y luego recordé que todo lo que los astros decían de mi no era del todo cierto y pensé que lo mismo era sobre nosotros. En la inmensidad del cielo se pierde nuestro rumbo; los astros nos venden sueños incompletos, nos hacen creer en un futuro que no existe y nos invitan a creer y soñar pero no te dicen que para conseguir los sueños debes luchar.
Me mantuve en silencio y con los ojos cerrados y mientras lo hacía deje de pensarte a vos y pensar en un nosotros; me encerré en la imagen que pintaron sobre mi las constelaciones. No pensé en nadie más que no fuera yo misma, mientras buscaba explicaciones sobre quien eras vos y porque debía caminar tomada de tu mano...me conocí.
Me encontré conmigo misma mientras te buscaba a vos. Aprendí que no hay mejor amor que el amor a uno mismo "El amor propio"; el sentir tu propio cuerpo, el conocerme más haya de mis metas e ideales. Descubrí que soy humano, que no existe el sexo o genero, día ni momento. Somos energía depositada en materia inerte que no se mueve y no siente si vos no estas dispuesto a expandir tu mente.
Quien expande su mente descubre la majestuosidad del universo, la armonía en el ambiente y la fuerza que tiene nuestro bienestar pues somos cuerpos celestes, quien encuentra el "amor propio" enciende una luz y abre una puerta en el inmenso cielo.
Y respecto al "vos y yo" seré como el viento y las estrellas. Jugaré entre tus dedos y soñaré alto sin esperar nada a cambio pues he aprendido a ser la niña emberrinchada que quiere de tu mimar y una estrella brillante que solo espera que creas y compartas conmigo los sueños que he construido y así aprendamos a querernos a si mismos para poder querernos juntos.
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